De Cuba a Veracruz, muchos se disputan el origen de la Santa Muerte, aunque no existen datos claros que nos ayuden a determinar su origen.
Algunos sostienen que el culto a la “Santa Muerte”, tal y como hoy se conoce en México, tuvo su origen en el estado de Veracruz, en donde un hombre recibió la aparición de la ‘Reina’ y le dijo que la diera a conocer, y desde entonces se extendió por todo el país.
La Santísima Muerte es originaria de México, aunque algunos templos espiritistas dicen que es africana, pero esto es debido a que existe una imagen muy parecida a la Santa Muerte que se venera principalmente en África, pero esta se llama Oyá, esta sí es originaria de África en algunas ocasiones se sacrifican animales en sus peticiones, esta imagen es también muy respetada, querida y adorada por muchos, pero es muy diferente a la Santa Muerte, ya que a ésta, que como hemos dicho, es originaría de México, en sus rezos no se sacrifican animales y se le reza su oración, su jaculatoria y su novena.
Se dice también que la veneración a la Santa Muerte también empezó en Hidalgo, cerca de 1965 y está arraigada en el Estado de México, Guerrero, Tamaulipas, Campeche, Morelos y el D.F. Asimismo, en distintos estados de la República como Veracruz, Quintana Roo, Oaxaca y Tijuana se vislumbran grandes altares en casas y negocios.
Algunos historiadores han comentado que dentro del pueblo mexicano, siempre ha existido una inclinación hacia la muerte, como un espíritu real y poderoso entre los hombres, siempre ha sido adorada por México; desde la época prehispánica, los aztecas ya tenían respeto y adoración a la muerte.
En muchas ocasiones la muerte ha sido representada como un cráneo o un esqueleto cubierto con una túnica, a veces sosteniendo una balanza o una guadaña, también la han representado como una mujer de edad avanzada, o por lo contrario; como una bella joven, a veces vestida de blanco, negro, rojo o amarillo. Aunque una más de sus suplantaciones ha sido la de un hombre que porta vestimenta humilde.
Como sea lo principal es que sus devotos creemos firmemente en ella, le rezamos con fe y aprendemos a cumplir lo que prometemos.
Algunos sostienen que el culto a la “Santa Muerte”, tal y como hoy se conoce en México, tuvo su origen en el estado de Veracruz, en donde un hombre recibió la aparición de la ‘Reina’ y le dijo que la diera a conocer, y desde entonces se extendió por todo el país.
La Santísima Muerte es originaria de México, aunque algunos templos espiritistas dicen que es africana, pero esto es debido a que existe una imagen muy parecida a la Santa Muerte que se venera principalmente en África, pero esta se llama Oyá, esta sí es originaria de África en algunas ocasiones se sacrifican animales en sus peticiones, esta imagen es también muy respetada, querida y adorada por muchos, pero es muy diferente a la Santa Muerte, ya que a ésta, que como hemos dicho, es originaría de México, en sus rezos no se sacrifican animales y se le reza su oración, su jaculatoria y su novena.
Se dice también que la veneración a la Santa Muerte también empezó en Hidalgo, cerca de 1965 y está arraigada en el Estado de México, Guerrero, Tamaulipas, Campeche, Morelos y el D.F. Asimismo, en distintos estados de la República como Veracruz, Quintana Roo, Oaxaca y Tijuana se vislumbran grandes altares en casas y negocios.
Algunos historiadores han comentado que dentro del pueblo mexicano, siempre ha existido una inclinación hacia la muerte, como un espíritu real y poderoso entre los hombres, siempre ha sido adorada por México; desde la época prehispánica, los aztecas ya tenían respeto y adoración a la muerte.
En muchas ocasiones la muerte ha sido representada como un cráneo o un esqueleto cubierto con una túnica, a veces sosteniendo una balanza o una guadaña, también la han representado como una mujer de edad avanzada, o por lo contrario; como una bella joven, a veces vestida de blanco, negro, rojo o amarillo. Aunque una más de sus suplantaciones ha sido la de un hombre que porta vestimenta humilde.
Como sea lo principal es que sus devotos creemos firmemente en ella, le rezamos con fe y aprendemos a cumplir lo que prometemos.
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